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Actualizado: 10 feb 2023

Colegio comenzó a funcionar en 1934 con una sola aula en la que impartían enseñanza sor Magdalena Ortega y Rosa García Cavas la Pasanta.



Durante la segunda mitad del siglo XIX, en el solar que actualmente ocupa el colegio Sagrado Corazón de Jesús de Los Dolores existía un inmueble propiedad del matrimonio formado por Tiburcio Ballester Manzanares y Florentina Nieto Sánchez. El marido era comerciante y la esposa se ocupaba de las labores propias del hogar.


En la época que comienza este relato ya contaba esta pareja con una hija llamada Basilia. Aunque la familia de nuestra historia gozaba de excelente salud económica, Florentina, dinámica y piadosa mujer, tuvo la feliz idea de acomodar una de las estancias de su casa para comenzar a impartir clases de costura. Más con el tiempo, para dar rienda suelta a su vocación didáctica, acabó instalando en aquel lugar un Colegio particular de enseñanza general. Con ello, contribuyó a paliar la escasez de centros de enseñanza de los que por aquel entonces adolecía esta localidad, a la par que combatía el tremendo nivel de analfabetismo existente entre los vecinos. Los alumnos que asistían a esta improvisada Escuela comenzaron a llamarla doña Flora.


Acaeció que, debido al éxito de este establecimiento, la mencionada doña Flora, para evitar posibles conflictos dimanados de protestas emitidas por licenciados en Magisterio que veían en ella a una poderosa, aunque ilegal, competidora en este meritorio campo de la enseñanza, se vio obligada a cursar estudios de Magisterio. Cambiáronse las tornas para ella, pues pasó de maestra a discípula. Pero, dicho sea de paso, lo hizo con todos los honores, ya que acabó brillantemente sus estudios. Y no quedó ahí la cosa, pues con posterioridad opositó a Maestra Nacional, y fue una de las primeras maestras en ejercer su profesión en una escuela oficial de niñas en el barrio de Los Dolores.


Sucedió que, en el transcurso que doña Flora cursaba sus estudios de Magisterio, dio a luz por segunda vez. En esta ocasión fue a un niño al que impusieron por nombre Carmelo. Este alumbramiento ocurrió, según muchos informes que consulté, el 15 de febrero de 1881; sin embargo, en la placa alusiva a este hecho que existe en la fachada del colegio Sagrado Corazón de Jesús figura como fecha de tal acontecimiento el 15 de noviembre de 1881. Así pues, como cronista, no me inclino por ninguna de tales fechas, aunque sí considero que debo mencionar la falta de concordancia existente entre las mismas.

Pero continuaré con el relato de doña Flora. Fue tal la fama y buen hacer de esta señora en su Escuela particular, que en el año 1883, el Ayuntamiento de Cartagena decidió otorgar una subvención de 365 pesetas anuales al Centro que con tanto rigor ella dirigía y gestionaba.


He de decir que Florentina y Tiburcio poseían otra casa también en el número 13 de la calle Mayor. Allá por el año de 1924, tras haberse jubilado, la Comisión de Instrucción Pública del Ayuntamiento de Cartagena concedió una pensión anual de 1.000 pesetas a esta gran señora que era doña Flora, pensión que disfrutó por poco tiempo, ya que entregó su alma a Dios en febrero de 1925, a la edad de setenta y dos años, después de haber dedicado casi medio siglo de su vida a labores educativas. A partir de entonces se ocupó de la dirección de aquella Escuela su hija Basilia que, tal como veremos, en 1933 hubo de trasladarla a otro lugar para que en el antiguo se construyera el colegio Sagrado Corazón de Jesús. Basilia Ballester Nieto se casó con Joaquín Dato Belluga, agente comercial de la casa Domecq en Cartagena y durante algún tiempo vocal de la Junta de Gobierno del Colegio Oficial de Agentes Comerciales. Tiburcio, padre de Basilia y Carmelo, falleció el 25 de junio de 1927, a los setenta y seis años de edad; Basilia murió el 31 de enero de 1940, y su marido, Joaquín Dato Belluga, exhaló el último suspiro en Madrid el 14 de febrero de 1948. Joaquín y Basilia tuvieron un hijo llamado Joaquín.


Pero la historia del colegio Sagrado Corazón de Jesús está íntimamente ligada a Carmelo Ballester Nieto, tal como quedó dicho, nacido en Los Dolores en el año 1881 como segundo hijo del matrimonio habido entre Tiburcio y Florentina. Es por tanto imprescindible incluir en este relato un apartado referido a la biografía de tan ilustre prohombre, el cual cuenta en Los Dolores con la calle Obispo Ballester dedicada a su memoria, a la cual se puede acceder desde la Carretera, si entramos, a la altura del surtidor de la plaza del Tulipán, por la calle Nueva, pues es la que sigue a continuación.


Carmelo inició sus estudios en Cartagena; continuó en el Seminario Conciliar de Murcia, donde adquirió conocimientos de Filosofía y Teología; por último, acabó su carrera eclesiástica en París, donde se especializó en Sagrada Escritura. En 1903 fue destinado a Portugal. Allí fundó varias escuelas y publicó diversas obras en la lengua de Camoens. Regresó a España y, en agosto de 1924, pasó a ocupar el cargo de director de las Hijas de la Caridad, cargo en el que continuó hasta su promoción al Episcopado en 1938. El 15 de mayo de 1939 fue consagrado obispo de León. En esta última ciudad fundó el Instituto Superior de Cultura y Formación Religiosa, el primero de esta índole en España. El 12 de junio de 1943 fue nombrado obispo de Vitoria, y el 13 de octubre de 1948 fue preconizado arzobispo de Santiago de Compostela, cargo que no llegó a desempeñar al verse aquejado de la enfermedad que le ocasionó la muerte en 1949.


A lo largo de su vida religiosa, este acreditado dolorense, además de lo ya especificado, fundó escuelas, escribió libros, realizó importantes obras de piedad y cultura entre la juventud, participó en la vulgarización de los Santos Evangelios, publicó dos ediciones del Kempis, escribió una interesante Carta Pastoral sobre el Día del Seminario, creó numerosas parroquias, consiguió que la Colegiata de San Isidoro fuera elevada al rango de Basílica Mayor, reformó el plan de estudios referente a Humanidades, impartió clases de Ascética, supo promover el bien espiritual de sus diocesanos en las Santas Misiones, presidió congresos católicos internacionales, dio un gran impulso a la Acción Católica y realizó grandes obras de caridad entre los pobres. En el momento de su fallecimiento era vocal del Consejo Superior de Investigaciones Científicas y procurador en Cortes.


Siendo obispo, acudió en diversas ocasiones a Cartagena, unas veces por motivos familiares y otras para participar en actos religiosos de distinta índole, muchos de ellos ocurridos en el Patronato del Sagrado Corazón de Jesús, en la Casa de Expósitos, en el Asilo de la Rambla, en la iglesia de la Caridad, en el Asilo de san Miguel, en la iglesia de santo Domingo...

En uno de estos encuentros, en 1943, acudió a visitar la Iglesia de Nuestra Señora de Los Dolores y su casa nativa, lugar en el que hoy se ubica el Colegio que nos ocupa.

Pues bien, en 1933 a instancias de Carmelo Ballester Nieto, por aquel entonces director de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, la finca donde vivieron sus padres y en la que su madre tuvo instalada la Escuela, fue cedida de manera altruista a dicha Institución, a condición de que allí se fundara un asilo y se continuara la obra educadora iniciada por su madre. Por esto, no es extraño que los más antiguos del lugar conocieran al colegio Sagrado Corazón de Jesús también como Colegio de las Monjas o, simplemente, como El Asilo.



Este nuevo Colegio comenzó a funcionar en 1934 con una sola aula en la que impartían enseñanza sor Magdalena Ortega y Rosa García Cavas la Pasanta. Se utilizaba entonces en la enseñanza el método mutuo, que consistía en que todos los alumnos permanecían en la misma estancia, de forma que los menores aprendían al escuchar a los mayores, y los mayores recordaban lo aprendido al escuchar a los menores. Había también aula y comedor gratuitos para niños de familias humildes. Es interesante resaltar que, en sus comienzos, las Hermanas de la Caridad que lo atendían se vieron obligadas a alquilar un piso como lugar de residencia, pues el Colegio carecía de alojamientos para ellas.


Durante la Guerra Civil este Centro sufrió un obligado paréntesis. Toda la ropa de las religiosas se la llevó, a una casa de campo existente en un caserío perteneciente al municipio de Cartagena denominado Lo Gorito, cierta señora que también se llamaba Flora. En cuanto a los bienes del Centro, fueron almacenados en armarios cuyos juegos de llaves quedaron en poder de la antes mencionada Rosa García Cavas y del vecino Pedro Nieto García. En este periodo el edificio también sirvió de refugio a muchas familias de Estepona (Málaga).


Finalizado el conflicto bélico, la ropa de las religiosas fue devuelta a sor Carmen Alcolea, hermana que durante la campaña impartió clases con ropa seglar. Poco después se amplió el Colegio con terrenos adquiridos en la calle San Antonio y anexos a su ala este, y siguieron conservándose los comedores y clases gratuitas. En la nueva nave convivían los siguientes tres grupos de alumnado: parvulitos, medianas y mayores. En 1942 ya se alcanzó la cifra de 200 alumnos matriculados.


Durante la década de 1950 había tres aulas con, aproximadamente, 50 alumnos de distintas edades en cada una de ellas, siendo mixta únicamente la de parvulitos.

Más adelante, las clases de medianas y mayores pasaron al primer piso, época en la que la mayor parte del profesorado estaba compuesto por hermanas de la Comunidad y se completaba con alguna que otra señorita seglar. Mientras tanto, en la planta baja continuaron el aula de parvulitos y el comedor, éste último funcionaba con dos turnos.


A lo largo del tiempo, al igual que las monjitas fueron variando el aspecto de su uniforme (cornetas, togas, hábitos…), también el Colegio evolucionó y se adaptó a los nuevos Planes Educativos. Alrededor de 1974 se adoptó la resolución de eliminar los comedores. Por otra parte, la disminución de vocaciones religiosas hizo necesaria la incorporación, cada vez más numerosa, de seglares en el personal instructor, aunque hasta 2009 siempre hubo alguna monja entre el profesorado.


A mediados del último decenio del siglo XX se adquirieron unas fincas aledañas a la parte norte del edificio, que se inauguraron en el curso 1997-1998 y se destinaron a actividades deportivas. De tal forma que, en la actualidad, es capaz de impartir enseñanza diaria a más de 200 niños; cuenta, entre planta baja y piso, con catorce aulas y biblioteca; y las funciones didácticas son ejercidas por seglares.


En cuanto a la capilla, continúa siendo lugar preferente y de recogimiento en el que se desarrollan con total asiduidad las normales actividades religiosas, siempre ligadas a los modelos católico y vicenciano.


En junio de 2009 se ofreció un cálido homenaje de despedida a todas las religiosas que integraban la Comunidad del Centro, al cual asistieron autoridades y representantes de diversas entidades y numeroso público entre el que se contaba con un elevado porcentaje de integrantes del antiguo alumnado, todo lo cual significó un justo tributo a la labor que habían desarrollado, tras 75 años de abnegada entrega y dedicación.


Últimamente, se celebraron reuniones entre representantes de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl y de la Fundación Universitaria San Antonio, institución presidida por José Luis Mendoza Pérez, emprendedor cartagenero de arraigados valores religiosos y siempre comprometido con su tierra. Tras las citadas reuniones, se llegó al acuerdo de que, a partir de 2014, este Colegio pasara a depender de la última institución mencionada, con la firme intención de darle continuidad a esa doble función evangelizadora y educativa que en él se realiza desde 1934, orientada al desarrollo integral de la persona, siguiendo los ejemplos de san Vicente de Paúl y santa Luisa de Marillac. Fue así como las monjas lo aceptaron en su día y, poco a poco, acabó convertido en el importante núcleo docente que es en la actualidad.


En consecuencia, a través del contenido de los anteriores párrafos, podemos inferir que, antes de que el colegio Sagrado Corazón de Jesús se erigiera, en parte de sus terrenos ya se ejercían tareas docentes durante casi doce lustros, los cuales, añadidos a los años que este Colegio funciona, suponen más de 140 años ininterrumpidos dedicados a la enseñanza. Es, por todo ello, el centro educativo que cuenta con más antigüedad en la diputación de El Plan.


Escrito en mayo de 2017por D. Ángel Valverde



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